La primera Bienal de Arte Contemporáneo de América del Sur (BIENALSUR) se inauguró en 2017, el mismo año que lo hizo la Documenta XIV bajo el título «Aprender de Atenas», curada por el polaco Adam Szymczyk, incluyendo como parte del programa una nueva sede –temporal– en Grecia. Mientras que desde América del Sur se reclamaba la disolución del centro para colectivizar los discursos y desarticular los mecanismos centro-periferia que se entrelazan en las narrativas de lo global, en Europa se articulaba un diálogo que reafirmaba la dicotomía entre norte y sur al no poder romper con la verticalidad histórica del vínculo económico y social entre Grecia y Alemania. En ambos casos, las bienales aparecen como formas políticas del arte donde se ponen en diálogo lo global con lo local con diferentes estrategias y también diferentes alcances.
¿Cuáles son esos diferentes mecanismos políticos de la bienalización de las artes y qué rol juegan en las dicotomías entre local y global, centro y periferia, norte y sur? ¿Cuáles son los movimientos reales que actualmente se permiten en el panorama internacional? ¿Cuáles son las fricciones entre lo nacional y lo transnacional? En función de esto, ¿cuáles son las estrategias curatoriales utilizadas por las diferentes bienales para traducir estas intenciones al lenguaje expositivo? La BIENALSUR toma como punto de partida todas estas preguntas, y sus estatutos fundacionales ponen en jaque la concepción de territorio para trasladarlo a lo colectivo. Por lo tanto, sus narrativas pueden ser estudiadas desde una visión interna compartida, lo que resulta especialmente enriquecedor para un acercamiento a los estudios de la historia del arte contemporáneo, ya que esta, por lo general, aún se encuentra en construcción.
El estudio y la teorización en torno a BIENALSUR implica realizar una relectura de las bienales tradicionales desde un enfoque periférico y, por ende, ampliar la comprensión del mundo. Hacer un esfuerzo por repensar qué es lo global, qué es lo local, cuáles son los discursos que quedan incluidos o excluidos en los espacios de exposición del arte actual es también interpelarnos a nosotros mismos y nuestro papel como agentes profesionales activos, o incluso como espectadores y consumidores de arte. Podemos pensar también, a partir de esto, cuáles son las funciones y los papeles que cumplen los comisarios en el panorama político internacional. El poder elaborar una lectura crítica de las instituciones del arte nos da herramientas para entender las diferentes manifestaciones artísticas y, en este caso, los roles de estos encuentros periódicos internacionales a los que estamos tan habituados y a los que probablemente muchos de vosotros habéis acudido en alguna ocasión.