BIENALSUR: el inesperado escenario de lo doméstico

La siguiente edición está prevista para el 2021, y en el año 2020, a la vez que su convocatoria pública se lanzaba de forma virtual, la pandemia por coronavirus hizo que casi todo el planeta se quedase de puertas adentro en una cuarentena histórica que puso en crisis durante meses (por ahora) los gestos típicos de la globalización. No solo las fronteras se cerraron herméticamente, sino que también se declaró en la mayoría de los países un toque de queda general. Esto fue especialmente duro en Latinoamérica, donde, si bien la primera ola de la pandemia llegó un poco más tarde que en Europa, el número de fallecidos creció exponencialmente con mucha rapidez. Aunque en todos los países se cerraron las fronteras, no se aplicaron medidas uniformes dentro de la misma región.

Frente a esta inesperada y extrema situación, BIENALSUR apeló una vez más a la comunicación para cuestionar la utilidad o no de esta bienal y cómo debía ser reimaginada ahora. Se tomó la decisión de tomar esta pausa para frenar y pensar antes de la nueva edición cuál podría ser el futuro de la bienal.

Para esto se plantearon en principio dos acciones claras: extender el plazo de la convocatoria abierta bajo el lema: «Nos quedamos en casa, seguimos creando» y generar una serie de debates virtuales reproducidos en directo mediante streaming entre diferentes agentes del arte y la cultura. El objetivo de estos encuentros consistía, por un lado, en intentar entender y reflexionar de manera crítica la situación actual desde las diferentes perspectivas y, por otro lado, esclarecer o discutir la idea de un futuro distópico completamente nuevo. Estos seis encuentros de aproximadamente tres horas cada uno fueron atravesados transversalmente por algunos grandes ejes que fueron tratados desde diferentes perspectivas, a veces de manera planificada, pero la mayoría de las veces de manera natural por el marco de la situación.

House Attack, Erwin Wurm. Instalación en sede BIENALSUR (2019)
Fuente: http://leedor.com/2019/07/04/la-casa-dada-vuelta-obra-de-erwin-wurm-en-bienalsur/.

Por un lado, la concepción de normalidad problematizando la difusión en la prensa que mediante el miedo persuade la romantización de un pasado mejor y la exaltación del anhelo de generar cambios que pasen lo más inadvertidos posible. En la presentación del primer encuentro, llamado «Diálogo I. Estado de Situación», los organizadores de BIENALSUR declaran que, si bien el futuro es absolutamente incierto, probablemente uno de los peores pronósticos posibles es el de volver a una antigua normalidad. En este argumento se enmarcan el resto de las discusiones sobre por qué es importante hacer el ejercicio de pensar, soñar e interpelar los diferentes futuros posibles. Esta crisis mundial fue analizada en los diferentes encuentros como la demostración máxima de que el sistema que nos acogía había fracasado y, por ende, esta nueva y angustiante realidad en la que nos encontramos se manifiesta también como una oportunidad para intervenir y realizar un cambio. Esta bienal, que a lo largo de su recorrido se mostró inquieta e incómoda en el sistema del arte, pues buscaba generar redes que –mediante lo colectivo– dieran formas nuevas a las diferentes tensiones y generaran espacios más hospitalarios, encuentra una vez más la posibilidad de crear algo completamente nuevo al encontrarse frente a la caída total de estructuras.

Estas redes en las que se venía trabajando y que siempre tuvieron que ver con la construcción de uno y del otro más cercano, ya que trataba de ir más allá de las dicotomías binarias de norte y sur, ahora se encuentran frente a (al menos) tres situaciones nuevas para las exposiciones globales, como es el caso de las bienales: el consumo cultural masivo desde un lugar que no entra en los límites ni de lo público ni de lo privado, la incertidumbre total tanto afectiva como programática y la puesta en valor de la experiencia y del encuentro físico. ¿Cuál va a ser el nuevo modelo de producción de exposiciones? ¿Cuáles son los nuevos tiempos necesarios? Se discutió profundamente la situación de emergencia y cómo la necesidad ahora marca un modo de hacer y de generar prioridades, sin embargo, no se llegó a ninguna conclusión final.

A diferencia de otras de las instituciones que participaron en los debates, para una bienal como BIENALSUR, que pone en juego lo local a la hora de interpelar lo global, quizás la imposibilidad de grandes movimientos de obra, invitación de grandes curadores, no son el problema principal y, de hecho, ya la concepción general de la bienal implicaba la imposibilidad de ser abarcada físicamente. Algo que probablemente fuera uno de los puntos argumentativos más débiles de este proyecto no fue cuestionado en estos encuentros, sino que se asumió como una manera alternativa de entender el «encuentro». Se presentó como un factor común en las diferentes instituciones el verse ante la posibilidad de lo virtual como espacio que había que indagar y democratizar, así como la importancia de hacer el esfuerzo por no caer en la búsqueda de la repetición de la experiencia anterior –que surge de la tentación de la vuelta a la llamada normalidad–, sino a la elaboración de recursos nuevos que no busquen imitar una experiencia expositiva, sino generar una completamente diferente activando otros espacios donde generar práctica curatorial. Aunque no se llegaron a estrategias puntuales, sí se identificó entre los diferentes ponentes la posibilidad de identificar, o no, cuáles son las pistas que este repentino cambio de soporte deja sobre la mesa y qué podemos aprender de la experiencia estética, social y cultural de este presente «virtualizado» (Wechsler, 2020).