2. Acciones llevadas a cabo como protestas políticas

2.7. La ciudad de los prodigios: el proyecto de construir la estatua de Colón de Barcelona

«Después de un intermedio amenizado por la música de las bandurrias, tomó la palabra el compañero T. de Barcelona. Dice que Colón fue á América é impuso la esclavitud.»

«Actos conmemorativos del primer aniversario de los Mártires de Chicago». Tierra y Libertad (17 de noviembre de 1888, núm. 13, pág. 2). Fuente: Ser histórico.

Las protestas sobre la estatua de Colón y la conciencia sobre su relación con el esclavismo y la colonización son conocidas en la ciudad de Barcelona, aunque constan poco en los libros de historia porque no están del lado de los vencedores. La conciencia antiesclavista del siglo XIX podía encontrarse entre los escritores y militantes anarquistas en la época en la que se construyó la estatua, pero también hubo protestas entre la clase obrera y los republicanos catalanes. Como sabemos, no son precisamente anarquistas o genuinamente socialistas las éticas y las opiniones que dominan nuestro país, ni ningún lugar de Europa o de ambas Américas (excepcionando Cuba, Venezuela y Bolivia). Como la historia demuestra, las ciudades y capitales de provincias de las distintas naciones han sido ideadas y establecidas por unas élites burguesas –adaptadas con más o menos éxito al modelo de la Independencia de los Estados Unidos que, no olvidemos, fue prior a la Revolución Francesa y fuente de inspiración para la Revolución liderada por Bolívar, para una libre y ya bicentenaria América Latina– basadas en unos principios lógico-racionales de gubernamentalidad intrínsecamente capitalistas, por lo tanto, patriarcales y clasistas, coloniales y racistas (de acuerdo con los parámetros constituidos durante la Ilustración, con Kant y Darwin, sobre las categorías raciales o sexuales); unas élites que todavía hoy se autohomenajean en las políticas de protección en torno a «sus» monumentos. Desde Barcelona, y Cataluña en general, se podría elaborar una genealogía de los numerosos grupos de resistencia frente a dichos monumentos, como el de Antonio López, que fue derribado durante la Segunda República y restituido por los franquistas años después; tampoco se explica que después de la transición no se preocuparan en moverlo. En resumen, existe toda una historia de resistencias locales que apenas se conoce y reconoce. Este es uno de los muchos ejemplos sobre lo complejo que resulta hacer una cartografía crítica de los puntos y las posturas de la sociedad, cuando hablamos de España en general, sobre todo si obviamos que la España de la que hablamos todavía arrastra el remanente de cuarenta años de franquismo. Porque se sabe mucho de la apología del colonialismo y del «descubrimiento», pero apenas se habla o se reconocen las múltiples protestas anuales de una parte de la propia ciudadanía que tienen lugar en el Día de la Hispanidad o bajo la estatua de Colón, como lleva sucediendo en Barcelona y en varias provincias de España. Asunto que, en un estudio sobre colonialismo e imperialismo, no podremos obviar. Tómese nota de que justo en estos días le han puesto una calle al señor General Millán Astray sustituyendo a la maestra Justa Freire. Tan solo hemos de informarnos de quien era cada uno de ellos para comprender la urgencia de la descolonización en tierra propia.