3.9. Esther Planas. See no Evil, Hear no Evil
El título de esta pieza hace referencia a parte del famoso dicho «ver, oír y callar», que en inglés es mucho más específico, ya que nos indica que lo que estamos viendo, lo que no queremos oír y lo que callamos se relaciona con ignorar el mal. Los tres monos de las imágenes son bastante conocidos y representados en películas, literatura, escultura, etc. También existe en España el dicho: «No hay más ciego que el que no quiere ver, ni más sordo que el que no quiere oír». Durante 2013, llegué invitada a Bruselas por unos jóvenes artistas belgas a hacer una práctica en su espacio autogestionado De la Charge, con mi proyecto de investigación urbana Escuela de Calor. La metodología de estas acciones y recorridos improvisados y receptivos está basada en tácticas inspiradas por el Movimiento Internacional Situacionista. A la vez, por mi trayectoria y entrenamiento en la danza y performance, sucede que, durante estas derivas, puede darse una situación en la que decida plasmar esa situación efímera entre mi presencia, con gestos minimalistas en una postura simple, deviniendo estatua latente, interviniendo así el espacio público. Comencé con estos breves e imperceptibles encuentros con el espacio alrededor de 2008 y he ido registrando estas ocasiones de relación con la materia urbana, la atmósfera del contexto (tanto en conversaciones, como en danza-movimiento y sonido) y capturadas en varios medios, como el dibujo o el vídeo, o también en documentos fotográficos como el que presento, que los dejan fijados el tiempo.
Al llegar al polémico museo africano, enorme y muy imponente, este dejaba en toda su evidencia que era un lugar que conservaba y mostraba el expolio belga hacia África. Al salir, me topé con este monumento a Leopoldo II (a su supuesta gesta heroica, pero en realidad colonial y genocida). Simplemente improvisé y surgieron estas dos poses o posturas, ya que este tipo de trabajo no es una performance, ni está planeado. Fue un encuentro tenso, una reacción al entorno que provocaba emociones fuertes y una intervención que dejaba la huella de un comentario: plantearse qué hacemos desde Occidente. Qué podemos hacer o no y, sobre todo, plantear una doble cuestión: ¿Puede o no puede el individuo llamado «blanco» involucrarse en la denuncia del racismo y trabajar como artista, académico o activista en torno a ciertos temas, si desde su piel y su localización pertenece al llamado «privilegio»? Teniendo en cuenta el devenir intenso y contestado que (después de que estas fotos fueran tomadas), en tan solo cinco años de polémica sobre los derechos a trabajar sobre ciertas temáticas, demostró tan solo ser un comienzo, una cosa queda clara: la concienciación y el trabajo activo alrededor de un tema que nos atañe a todas las partes implicadas e interpeladas (desde discursos y teorías que apuntan a una culpabilidad homogeneizada y petrificada del «blanco europeo» de cualquier generación, lugar o tipo) es precisamente positiva para el field y para evitar entrar en loop repetitivo de reproducción de la historia.