A lo largo de este tema, hemos abordado la relación entre comisariado y autoorganización introduciendo una serie de casos de estudio que comprende tres modalidades diferentes: los grupos de artistas, las estructuras independientes de pequeña escala y los proyectos translocales o parainstitucionales.
Hemos tomado la rica escena independiente de Nueva York durante los años sesenta y setenta como prisma a la hora de visualizar algunas de las dinámicas que articulan la opción autoorganizada en la producción artística del presente. Dichas dinámicas nos han ayudado a destacar tendencias comunes en los casos de estudio introducidos posteriormente. Estas son: la influencia del contexto sociopolítico sobre las iniciativas alternativas, el deseo de configurar nuevos modelos de institución, la redefinición del lenguaje comisarial y la experimentación colectiva. Más allá de estas dinámicas compartidas, hemos visto a partir de autoras, como Rebecca Gordon-Nesbitt y Julie Ault, y experiencias, como las de Oda Projesi, el colectivo WHW, TEOR/ética e incluso Bulegoa z/b, cómo cada experiencia autoorganizada responde de manera singular a sus condiciones específicas tanto espaciales como temporales y cómo esto define en última instancia las distintas formas de actuar que hacen avanzar el comisariado.
Como hemos visto, la autoorganización supone la posibilidad de crear una realidad colectiva en torno a la producción artística y pone en práctica formatos experimentales comisariales que se escapan de algunas exigencias demandadas por sistemas de subvención (tanto privados como públicos) que en ocasiones atrapan las instituciones de arte y limitan sus potencialidades. Como hemos podido comprobar mediante los ejemplos, esto no resulta una tarea fácil para las estructuras autoorganizadas, ya que sus condiciones de existencia suelen ser precarias, lo cual impide que dichas estructuras puedan existir un largo periodo de tiempo.
El tema también nos ha introducido en algunas de las contradicciones inherentes a la autoorganización, como son la cooptación por parte de las grandes instituciones que invitan a las iniciativas autoorganizadas a representarse desde el régimen expositivo con la intención en ocasiones de asimilar sus dinámicas flexibles. Ante dichas contradicciones, hemos querido destacar la autoorganización como una forma duradera de producción y reflexión artística. Por ello, nos hemos detenido en aquellas prácticas autoorganizadas comprometidas con el comisariado cuya trayectoria se ha desarrollado a largo plazo. De esta forma, hemos decidido dejar fuera del tema otras experiencias de colaboración y colectivización más efímeras y breves que en gran medida fueron producto de tendencias artísticas durante los noventa y principios de los 2000 y que venían alentadas por la estética relacional. En este sentido, el tema se ha centrado en considerar la autoorganización desde experiencias más estables capaces de alterar la propia noción de «institución artística».