1.3. Elementos para leer una curaduría
Lucas Ospina es un artista y profesor colombiano que también ha hecho las veces de curador. Escribía y era muy crítico con el rol de los curadores en el sistema del arte. En 2007 publicó el texto «Arte y oficios: curaduría y gestión cultural (en XXXIII tesis)», en el que hace una dura diferenciación entre el papel crítico del curador y la labor burocrática y apaciguada del gestor. La tesis número XIV puede servir de ejemplo:
«XIV. La curaduría es tan transgresora como el arte: transforma los géneros de los que inicialmente parte / Los gestores culturales jamás cuestionan el género, los límites dentro de los que se enmarcan. Y nunca son víctimas de censura: ellos mismos se autocensuran».
El texto de Ospina señala una suerte de mandamiento curatorial que resulta enriquecedor para discutir sobre la práctica, así como también ayuda a entender que no toda exposición o proyecto artístico es una curaduría. Un artista no necesita un curador para hacer una exposición. A manera de ejemplo, el Premio Luis Caballero se realiza en Bogotá por convocatoria y una terna de jurados selecciona las propuestas nominadas que luego se emplazan en la ciudad. No hay una necesidad de que los proyectos se relacionen o se diferencien entre sí en una narrativa coherente.
Además, muchas veces los curadores no necesitan artistas, es decir, la curaduría no solo se ejerce sobre «obras» o en trabajo con artistas, sino que hay curaduría de las más diversas disciplinas. No obstante, no todo proceso de selección se convierte en curaduría (curador gastronómico, de viajes, etc.). Desde mi óptica, es algo que corresponde al ámbito de las prácticas artísticas.
¿Qué hace que una curaduría se sostenga a sí misma? No es una pregunta fácil de responder. ¿Cómo diferenciar una curaduría de otra? ¿Cómo puedo juzgar un trabajo curatorial ajeno? Uso las siguientes preguntas para proponer un análisis de una curaduría:
¿Qué problema, argumento o tema presenta la curaduría?
¿De qué manera me propone un punto de vista contemporáneo?
¿Cuál es la relación entre la idea central de la exposición y los objetos que expone?
¿Cómo está construido el relato?, es decir, ¿cuál es la relación entre los objetos?
En primera instancia, está la originalidad, contundencia, necesidad de la postura de la curaduría. En 2018 tuve la oportunidad de ver una exposición en el Centro Contemporáneo de Arquitectura en Montreal, Canadá, llamada Our Happy Life: Architecture and Well-Being in the Age of Emotional Capitalism (‘Nuestra vida feliz: arquitectura y bienestar en la era del capitalismo emocional’), que exploraba múltiples asuntos relacionados con cómo las emociones rigen la vida en las ciudades y el consumo. Las piezas que la componían quizá no eran de un valor excepcional, pues se trataba de objetos de la cotidianidad, pero las ideas y reflexiones que proponía sí que lo eran, además de la pertinencia de las preguntas y dilemas que presentaba. A manera de ejemplo, aparecían en la exposición informes de distintas entidades internacionales que crean escalas para medir el estado emocional de los países. Dichos informes sirven para monitorear la capacidad adquisitiva de las naciones, es decir, aquello que en apariencia parece información superflua (como puede ser saber cuál es el país más feliz del mundo) sirve para la toma de decisiones en torno a la inversión extranjera o monitorear los mercados de capital. La exposición mostraba con fotografías, teléfonos móviles, llaves de seguridad y planes arquitectónicos la forma en que las emociones están íntimamente ligadas al consumo.
En segunda instancia, está la cuestión de si la exposición se queda en un discurso muy erudito y sofisticado pero la narrativa es pobre en recursos. Con esto me refiero a que los textos prometen un gran desarrollo conceptual que no se refleja en la exposición, porque la puesta en escena y los contenidos no corresponden con la grandilocuencia del discurso. Es decir, ¿de qué manera el enunciado se materializa mediante imágenes, textos y todo tipo de recursos posibles? ¿Cuál es el recorrido que nos propone la curaduría?, ¿el grado de libertad y responsabilidad que nos da como sus espectadores? Pero además de esta relación vertical, si se quiere, entre un gran tema o problema y los subrelatos y sus componentes, también existe una relación horizontal que se da entre los componentes. ¿Hay ritmos distintos? ¿Hay sorpresa, contradicción, diversas emociones?
En suma, la curaduría es un juego constante entre el todo y las partes que se redefinen constantemente a partir de las experiencias de quienes las habitan (recomiendo esta página del proyecto peruano «micromuseo» que tiene una diversidad de textos sobre el oficio curatorial).