3.2. Algunos ejemplos entre comisariado y contexto a partir de la década de los sesenta hasta la década de los noventa
3.2.2. «She-A Cathedral» (1966) y «Modelo para una sociedad cualitativa» (1968)
Dentro de esta línea cabe destacar la exposición de «She-A Cathedral», producida en 1966 por el Moderna Museet como una instalación interactiva ideada de forma colectiva por varios artistas: Jean Tinguely, Niki de Saint Phalle, Per Olof Ultvedt y el propio director Pontus Hultén. La obra, de grandes dimensiones, tomaba la forma de una mujer embarazada, Nana, tumbada sobre su espalda, dentro de la cual se albergaban varias instalaciones. Los visitantes entraban a través de su sexo y una vez dentro se encontraban con una barra de bar donde se servía leche en el pecho derecho, un planetario que mostraba la Vía Láctea en el pecho derecho, un muñeco mecánico que miraba la televisión en su corazón, una sala de cine que mostraba películas de Greta Garbo en uno de los brazos y una galería de arte con obras falsas de Paul Klee, Jean Dubuffet y Jean Fautrier en una de las piernas, entre otras muchas sorpresas. Este proyecto exploraba desde la perspectiva feminista de la obra de Niki de Saint Phalle la potencialidad performativa del formato de la exposición e invitaba a los visitantes a interactuar con la instalación y desafiar así los usos y modos de habitar el museo.
Otra obra que explora la interacción del espectador sobre la obra y dentro del contexto institucional del museo tiene lugar también en el Moderna Museet y, una vez más, bajo la dirección de Hultén. A partir de una propuesta del artista danés Palle Nielsen, se construye dentro del museo un parque infantil.
La instalación «El Modelo. Modelo para una sociedad cualitativa» se llevó a cabo en 1968. El artista asumió la responsabilidad del coste y organización de la instalación y ofreció acceso libre a todos los niños de Estocolmo. Era una arquitectura revestida de espuma que contenía todo tipo de juegos, herramientas, pinturas y disfraces; los niños podían también usar el tocadiscos para pinchar música a todo volumen. También se incluía una piscina de gomaespuma, columpios, cuerdas, juegos de agua, máscaras de las figuras políticas referentes del orden geopolítico de la época (Charles de Gaulle, Mao Zedong, Fidel Castro, etc.) y disfraces cedidos por el Teatro Real.
Aunque este experimento duró tan solo tres semanas, consiguió más de 33.000 visitantes, de los cuales 20.000 fueron niños. En realidad, el «Modelo» para el Moderna Museet solamente era una exposición para aquellos que observaban desde fuera. Los niños simplemente concentraban su ilusión en jugar entre ellos. Así, este espacio lúdico supuso un ejemplo de libertad a la creatividad del niño con la intención de hacerle partícipe activo en la experimentación utópica para una posible nueva sociedad (Vergara, 2005). La exposición formaba parte de un conjunto de intervenciones que el artista denominó acción-diálogo, realizadas mayoritariamente alrededor de la ciudad y que concluían con una última acción sobre el museo. En definitiva, el «Modelo» de Nielsen ponía a prueba al museo como un lugar desde donde ejercitar la cultura como una realidad común. Esta iniciativa es propia de su tiempo, es decir, de un momento en el que la contracultura tomaba mayor presencia en la sociedad y mostraba su descontento ante la guerra de Vietnam y los poderes hegemónicos de siempre que ahora mutaban en nuevas formas liberales para adaptarse al nuevo capitalismo en ciernes. En relación con Nielsen, esta obra surge de un deseo revolucionario, en términos emancipatorios, vinculados a la educación infantil, es decir, la educación como la posibilidad de construir una nueva sociedad. En realidad, la intervención del museo formaba parte de una operación más amplia, que el artista denominó acción-diálogo y que incluía una serie de acciones realizadas mayoritariamente alrededor de la ciudad de Estocolmo. El artista proponía sus acciones como una alternativa a otro tipo de protestas sociales (Vergara, 2005).
Resulta relevante tener en cuenta que estas intervenciones del Moderna Museet se materializan bajo el formato de la instalación, es decir, funcionan como intervenciones artísticas, pero lo cierto es que podemos atribuirles una dimensión curatorial, ya que surgen de un diálogo estrecho con el contexto institucional sobre el que se inscriben y con la dirección del museo. En este sentido, dichas intervenciones se articulan en torno a una intención curatorial.