3.3. A partir de 1990. Ejemplos de comisariado ante los nuevos contextos del cambio de siglo
3.3.2. «El sueño imperativo» (1991) y «Plus ultra» (1992)
Dos proyectos de la productora independiente BNV Producciones, en Sevilla, marcarán el inicio de la década en términos de comisariado independiente en el Estado español y mostrarán las contradicciones a las que se exponen a la hora de trabajar directamente con contextos públicos que se ven inmersos en complejos procesos de transformación. Es el caso de los proyectos como «El sueño imperativo» (1991) y «Plus ultra» (1992).
BNV surge en Sevilla, en 1988, poco después del ingreso de España en la OTAN, es decir, en un momento en el que la derrota en el referéndum de 1986, convocado por el gobierno socialista, y la liquidación del movimiento popular autoorganizado anti-OTAN –en el cual Miguel Benlloch (artista) y Joaquín Vázquez (productor), ambos miembros fundadores de esta estructura, habrían participado activamente– marcaban para la mayoría el final de la Transición española. Ambos habían formado parte también de varios movimientos militantes articulados en torno al Movimiento Comunista en sindicatos, luchas vecinales o el movimiento gay, y tras el desencanto del referéndum comienzan a trabajar en la producción cultural (Vázquez, 2019). BNV surge como una estructura independiente de producción de proyectos de arte contemporáneo y, en realidad, es una anomalía en el paisaje institucional artístico español del momento cuando los mayores equipamientos culturales se están creando: Arteleku en 1987, el Reina Sofía en 1988, el IVAM en 1989, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo en 1995, el MACBA en 1998, etc.
Su primera producción será «El sueño imperativo», en 1991, un proyecto de la comisaria independiente Mar Villaespesa. Contará con financiación privada proveniente de PSV, una cooperativa de viviendas de la UGT y su gestora IGS, y se presentará en la sede del Círculo de Bellas Artes de Madrid, es decir, un espacio ajeno a las recientemente inauguradas estructuras institucionales. La exposición examinaba la relación entre arte y política mediante un grupo de artistas tanto estatales (6) como internacionales (6) (solo dos de ellas fueron mujeres). Las obras de los y las artistas participantes respondían a varias cuestiones de partida relacionadas con el contexto artístico español, el cual se encontraba ante varios retos tras el aislamiento del arte español durante cuarenta años de régimen franquista al dejarle desprovisto de una genealogía crítica asimilada públicamente y al adentrarse ahora en las lógicas de una sociedad globalizada y de un contexto artístico internacional no desprovisto de múltiples contradicciones. La exposición quería examinar modelos críticos propios provenientes de algunas prácticas artísticas contemporáneas. Los y las artistas fueron invitados e invitadas a producir una obra de carácter site-specific y un texto para el catálogo. La mayoría de las obras se instalaron en el interior del edificio, lo que creaba un diálogo instalativo con sus espacios. Nancy Spero eligió la terraza y la figura de Minerva para introducir una perspectiva feminista ante las preguntas planteadas en la exposición; mientras que Francesc Abad, Juan Luis Moraza, Pedro G. Romero, Terry Berkowitz, Chema Cobo, Kevin Carter y Thomas Lawson diseminaban sus intervenciones en diversas estancias del edifico. En el caso de Chris Burden, con su obra Sansón, una viga de grandes dimensiones presionaba las paredes del vestíbulo por medio de un mecanismo que se activaba con el paso del público. El autor calculaba que al llegar al medio millón de visitantes el edificio se derrumbaría. Debido a las presiones, finalmente el mecanismo de la obra tuvo que ser desactivado. Mientras que Rogelio López Cuenca, Krzysztof Wodiczko y Francesc Torres expandían sus intervenciones en el espacio urbano, en el caso de López Cuenca, una serie de carteles con imágenes de estampas populares y del contexto social del momento contrastaban con los logotipos de los grandes eventos culturales, como Madrid Cultural, los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla, lo que amplificaba una crítica sobre los planes de futuro en cultura frente a la existencia social del presente.
Krzysztof Wodiczko proyectaba una obra crítica con la reciente invasión estadounidense de Irak sobre el Arco de la Victoria, de Madrid, un monumento construido entre 1950 y 1956 que conmemora la victoria de los militares contra la República en la Guerra Civil en la batalla de la Ciudad Universitaria. Por último, Francesc Torres lanzaba treinta y cinco preguntas por medio de la radio, la prensa y la televisión, cuyas respuestas fueron recogidas y publicadas en el diario El Sol, que se editó entre 1990 y 1992, que se inspiró en El Sol de 1917 a 1939 –de ideología liberal– y que dejó de editarse al término de la Guerra Civil.
El segundo proyecto de BNV, «Plus ultra», lo desarrollarán en el marco de la Exposición Universal de Sevilla de 1992, invitados por el Pabellón de Andalucía de la Expo 92. El grupo aceptó la invitación bajo dos condiciones: abordar el encargo con la intención de generar una reflexión crítica ante el marco, y desarrollarlo fuera de la Isla de la Cartuja, donde se conmemoraba el Descubrimiento de América como parte del programa del evento (Vázquez, 2019).
La propuesta finalmente se materializó en una serie de intervenciones en ocho espacios, la mayoría relacionados de una forma histórica o crítica con la conquista colonial, y en dos exposiciones colectivas internacionales: «Tierra de Nadie», que cuestionaba críticamente lo «europeo» como concepto, cocomisariada con José Lebrero Stals; y «Américas», que cuestionaba no solo los límites geográficos del continente americano, sino los límites del conocimiento existente con Berta Sichel. Además, el programa incluía la exposición «El artista y la ciudad», comisariada por Mar Villaespesa. Las intervenciones creaban en diversos emplazamientos en la ciudad un itinerario al margen de la exposición universal desde la idea de lo periférico y el límite, y trataban con ello de buscar una ruptura de los límites culturales y económicos establecidos. Las intervenciones fueron desarrolladas por Francesc Torres, Soledad Sevilla, el colectivo Agustín Parejo School, Adrian Piper, Alfredo Jaar, Dennis Adams, James Lee Byars y el colectivo Agencia de Viajes, y también incluyeron un programa de talleres de artistas.
Es importante destacar que BNV aceptó el encargo de trabajar en un marco contextual tan problemático como fue la Exposición Universal de Sevilla, bajo la convicción de generar una crítica desde dentro del marco institucional, el Pabellón de Andalucía y el propio aparataje de la exposición universal. En definitiva, creían posible confrontar desde el trabajo artístico la tónica colonialista que rezumaba las muchas conmemoraciones que la organización reivindicaba. Sin embargo, en dicho intento, el proyecto quedó fuera de otras narrativas críticas que emergían del contexto de la ciudad, de colectivos y movimientos que se oponían directamente al interés especulador sobre el emplazamiento del evento expositivo y que se saldó con enfrentamientos violentos entre los grupos y la policía durante el periodo de inauguración.
Con la perspectiva del paso del tiempo, BNV reclama desde el presente la importancia no solo de contrarrestar las ideologías hegemónicas del poder desde la confrontación por parte de la cultura y el arte mediante la producción de contenidos político-críticos, sino también desde la forma, es decir, reclamando a las estructuras institucionales que cambien sus modos de hacer programas, actúen de una manera política coherente y abandonen todo interés utilitarista de la cultura al servicio del avance neoliberal capitalista (Vázquez, 2019).