1. Introducción

1.2. ¿Qué son los estudios curatoriales?

El protagonismo del comisariado y su creciente centralidad ha llevado en las últimas dos décadas a una paulatina consolidación de un ámbito de conocimiento propio en torno a esta figura, su práctica y sus discursos. Así, se han ido definiendo lo que podríamos llamar estudios curatoriales, mediante los cuales se identifican saberes específicos, límites y objetivos, ideas e historias. La aparición, por un lado, de una creciente bibliografía sobre el tema (con antologías dedicadas a la historia de las exposiciones, compilaciones de ensayos sobre la disciplina y libros de entrevistas a comisarios) y, por otro, de numerosos cursos específicamente dirigidos a la formación de comisarias (tanto en la universidad como en espacios educativos menos formales) contribuye a la consolidación de un espacio intelectual distintivo, desligado de la historia del arte y también de las instituciones artísticas.

 

 

Como veremos a lo largo de los próximos cuatro apartados, los estudios curatoriales cubren tres grandes áreas que podríamos definir como:

  • la exposición como medio
  • el comisariado como práctica
  • lo curatorial como discurso

El estudio de las exposiciones –esto es, la atención e investigación de los contextos económicos, institucionales, físicos y discursivos mediante los cuales se presenta públicamente el arte– marca un importante cambio en la aproximación al comisariado.  Si la exposición se suele definir como la reunión en un espacio físico o virtual de una serie de objetos, materiales, acciones e ideas, desde finales de 1960 y en especial durante la década de los noventa, este formato pasa a entenderse como un medio que influye y condiciona no solo la recepción, sino también la producción artística. Se trata de una evolución en la conceptualización de estos eventos que, como explica la historiadora del arte Olga Fernández López:

«[…] va desde su consideración como mero vehículo para la exhibición de obras de arte hasta su progresiva independencia como un dispositivo específico de producción de significado, conocimiento y experiencia».

Fernández López (2012)

A lo largo de las próximas páginas, estudiaremos una serie de exposiciones especialmente influyentes, ya sea por su redefinición del formato, su capacidad para generar debate o su apuesta por una revisión de las lógicas expositivas propias de su momento. También veremos cuáles han sido los límites de la exposición como medio y cómo una serie de comisarias e investigadoras han intentado superar estas circunstancias llegando, incluso, a rechazar la exposición como formato preferente del comisariado.

El comisariado como práctica hace alusión tanto a la necesidad de analizar las tareas asociadas a esta categoría profesional como a la voluntad de investigar y cuestionar sus planteamientos, sus implicaciones y consecuencias. La creciente visibilidad del comisario asociada a las exposiciones colectivas y a las bienales viene acompañada por un interés en discutir públicamente en qué consiste y qué pasos se han de seguir para organizar una actividad cultural. Pero junto a estas cuestiones prácticas, el comisariado como categoría ha vivido una serie de transformaciones que a lo largo de las próximas páginas intentaremos estudiar a partir de la cambiante relación del comisario y el concepto de autor. Como expone Olga Fernández López:

«El crecimiento exponencial de bienales, nuevos museos, macro-exposiciones y exposiciones de autor facilita el tránsito entre el burocrático conservateur y el nuevo curator, institucional o independiente. En el nuevo paradigma historiográfico el comisario se transforma en un agente de crítica de las narrativas canónicas de la historia del arte y también en un generador de debates y reflexiones sobre la contemporaneidad».

Fernández López (2012)

Como también veremos en los apartados que siguen, la acepción de los comisarios como generadores individuales de proyectos convivirá con otras consideraciones menos personalistas. La aproximación a la práctica curatorial como una actividad principalmente mediadora entre artistas, arte y públicos ganará importancia a partir de los 2000 en un contexto en el que las propias instituciones se replantean su función en las sociedades actuales. El renovado valor de lo pedagógico, la participación de la ciudadanía y la expansión de los proyectos al espacio público serán todas cuestiones que trataremos por su estrecha vinculación al desarrollo de la práctica curatorial reciente.

Lo curatorial como discurso se entiende como el acompañamiento teórico a estas reflexiones acerca del comisariado como práctica; acompañamiento que, en ocasiones, busca exactamente distinguir entre la práctica profesional y los debates, ideas y conceptos que el pensamiento curatorial puede originar. De hecho, desde finales de 1990 han sido las propias comisarias, investigadoras y académicas las que han protagonizado esta articulación crítica de la función curatorial y han desarrollado un corpus teórico propio. Como ejemplo de esta interpretación de lo curatorial como un saber generador de realidades que desbordan el ámbito expositivo, veamos la definición que da el investigador y comisario Paul O’Neill:

«Hoy en día, el comisariado se puede concebir como una categoría de gran alcance que abarca diversas formas organizativas, modelos cooperativos y estructuras colaborativas dentro de la práctica cultural contemporánea y que se asimilan a las propiedades generativas tradicionalmente atribuidas a la producción artística. Esto enmarca lo curatorial como una actividad duracional, transformadora y especulativa, una forma de mantener las cosas fluidas, móviles, intermedias, indeterminadas, cruzando personas, identidades y cosas, alentando para que surjan ciertas ideas en un proceso comunicativo emergente».

O’Neill (2012, pág. 89)

Lo curatorial, pues, se entiende en términos muy amplios, incluyendo consideraciones que tienen que ver con los procesos, los objetivos y los resultados. Como también aprenderemos a lo largo de este texto, no todo el mundo está de acuerdo con esta vocación maximalista del comisariado. La tensión entre distintas acepciones del comisariado –desde su estrecha vinculación a la práctica expositiva, pasando por su asociación a la mediación y las consideraciones sociales hasta su capacidad generativa y potencial transformador– será una de las vías para acercarnos a un fenómeno en clara expansión.