4.5. La decolonización de las prácticas curatoriales
Colonialidad
Para el sociólogo peruano Aníbal Quijano, más allá del fin del colonialismo como momento histórico, la colonialidad es un sistema de poder que produce jerarquías raciales a escala global basadas en los principios del colonialismo. Según Quijano, el conocimiento en su más amplio sentido forma parte de este sistema de dominación y, por lo tanto, el proyecto decolonizador debe incluir esta esfera de la realidad.
Aníbal QUIJANO (1992). «Colonialidad y Modernidad/Racionalidad». Perú Indígena ( núm. 29 (13), págs. 11-20).
Varios de los proyectos mencionados en el apartado anterior están situados fuera del espacio geográfico de Occidente y versan sobre la producción artística y cultural de zonas y personas hasta hace poco no asociadas a los espacios hegemónicos del arte contemporáneo. La aparición de estas iniciativas a partir de los 2000 y su creciente centralidad en los discursos artísticos, marca un importante cambio en la articulación del mundo del arte. En los apartados 2 y 3 ya habíamos mencionado los proyectos expositivos llevados a cabo por distintas instituciones occidentales para incluir a artistas procedentes de otras zonas del mundo («Magiciens de la Terre», Centre Georges Pompidou y Grande Halle La Villete, París, 1989) o replantear sus colecciones a partir de lecturas críticas vinculadas a su pasado colonial (Mining the Museum, Fred Wilson, Maryland Historical Society, Baltimore, 1992-93). Ahora, además, se unen a este esfuerzo artistas, comisarias e investigadoras procedentes o activas en países del Sur Global que pretenden tanto poner en valor su producción artística como modificar el orden establecido dentro del mundo del arte.
Pero ¿cómo se aplica el pensamiento decolonial a la práctica curatorial? Para el semiólogo argentino Walter Mignolo, una de las principales referencias teóricas del movimiento decolonial en el mundo del arte, la imposición universal de los valores estéticos europeos durante el colonialismo supuso una devaluación de todas las experiencias sensoriales ajenas a ese modelo. Por ello, la estética decolonial trataría de recuperar y reevaluar toda una serie de perspectivas confrontadas con los planteamientos de la modernidad occidental y sus consecuencias. Estas perspectivas incluirían aquellas propias de los países del Sur Global, además de las de las comunidades que viven en Occidente, pero tienen su origen identitario en otros espacios geográficos, así como las de otros grupos que han sido construidos en oposición o como «otros» frente a los colectivos hegemónicos.
Aplicado a la producción artística, la estética decolonial supondría la creación y distribución de imágenes, objetos y conocimientos orientados a desmontar las representaciones eurocentristas de ese régimen visual. Por ello, una práctica curatorial decolonial sería aquella que difundiera y se aliara con este tipo de producción artística. También se aplica a muchas iniciativas orientadas a producir una crítica de las propias políticas discriminatorias –presentes y pasadas– de las instituciones artísticas creadas bajo la influencia de los paradigmas occidentales. Por ello, para la comisaria Chandra Frank, la práctica curatorial decolonial supone un proceso de autoexaminación y autocrítica por parte de la institución, y continúa:
«Un proceso curatorial decolonial se compromete a deshacer la colonialidad que está incrustada en la existencia del espacio del museo occidental, e interrumpe la dinámica de poder que subyace al desarrollo de la exhibición. Este compromiso crea un espacio donde la incorporación de epistemologías alternativas se convierte en una parte central de la política curatorial. Dicho esto, la aplicación de este proceso informado requiere que el comisario y la institución contribuyan a desenterrar historias ocultas».
Por último, y como parte del proyecto decolonial, se encuadraría también la atención y respaldo institucional a los ejemplos y prácticas curatoriales no occidentales, incluidas aquellas propuestas por artistas. El «Museo Travesti del Perú», desarrollado por el artista, filósofo y drag queen Giuseppe Campuzano (1969-2013), es un importante caso de proyecto artístico asociado a lo curatorial en un contexto decolonial (fig. 11). Utilizando herramientas museográficas, archivísticas y expositivas, Campuzano fue reuniendo toda una serie de objetos, imágenes y documentos mediante los que presentar una contrahistoria del Perú desde la perspectiva estratégica de una figura ficticia identificada como andrógina, indígena, travesti y mestiza. Un proyecto multidisciplinar que utiliza fotografías, textos y acciones nuevas o preexistentes para reinterpretar de forma deliberadamente irreverente el relato oficial de un país a partir de subjetividades contrahegemónicas. Este museo itinerante reúne, pues, muchas de las características que hemos ido analizando en este apartado:
- Se apropia de la idea del museo para cuestionar el sentido de la propia institución museística y su relación con los discursos oficiales.
- Utiliza la exposición como un espacio desde el que generar otras realidades posibles.
- Emplea las herramientas propias del archivo para visibilizar perspectivas ignoradas.
- Se alía con el pensamiento queer para ofrecer una relectura de la historia colonial de Perú a partir de sujetos en los que lo sexual y lo racial interseccionan.